Asumir que la perfección no existe. El aspecto básico del que necesitamos partir es asumir que la perfección no existe. Este punto puede ser realmente complejo y puede llevarnos tiempo. Muchas veces, la autoexigencia tan elevada se relaciona con miedo a fracasar o a no ser suficientemente bueno/a. En este punto, es imprescindible recordar que nuestros resultados no nos definen como personas. Del mismo modo, es importantísimo tener presente que estamos haciendo lo mejor que podemos o sabemos en cada momento.
Crea rutinas de autocuidado. Es necesario que inviertas tiempo en tu autocuidado. Aspectos tan básicos como una alimentación equilibrada, una adecuada higiene del sueño y realizar actividad física moderada es clave para tu salud física y mental. Además, invertir tiempo en realizar actividades agradables y placenteras es imprescindible para sobrellevar esta situación. Asimismo, puede resultarte beneficioso aprender algunas técnicas de relajación y, sobre todo, cultivar la autocompasión para acompañarte en este duro proceso.
En definitiva, es interesante establecer límites temporales que nos ayuden a dedicar un tiempo específico a cada tarea para evitar invertir demasiados recursos en una única tarea intentando hacerla «perfecta».

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