fbpx

“Él dio a unos apóstoles…” (Efesios 4:11), y ese don no es exclusivo de unos pocos.

La iglesia primitiva explotó porque todos—pescadores, madres, artesanos—eran enviados. Hoy, delegamos todo a “líderes” y dormimos nuestro llamado. Despierta: tienes una chispa apostólica para soñar, crear, movilizar.

Los movimientos no necesitan títulos, necesitan corazones encendidos. Imagina tu ciudad transformada porque te atreviste a actuar. No esperes permiso; Jesús ya te lo dio. Un movimiento empieza con uno. ¿Serás tú el que encienda la llama? Levántate y hazlo. Únete al Movimiento de Ciudad.

Share This