Para hacer prosperar la ciudad, debemos liderar con pureza de corazón: nuestra ambición debe ser el bienestar de la comunidad, no la gloria personal. Solo una vida espiritual sana y profunda nos permite liderar con integridad.

Para hacer prosperar la ciudad, debemos liderar con pureza de corazón: nuestra ambición debe ser el bienestar de la comunidad, no la gloria personal. Solo una vida espiritual sana y profunda nos permite liderar con integridad.
